domingo, 23 de marzo de 2014

RELATOS E HISTORIAS DE VILLA DEL ARCO: EL HORNO DE PAN

Si bien es cierto que, en tiempos remotos existían 2 hornos para cocer el pan en Villa del Arco y que eran de particulares, según datos obtenidos de un microfilm que fue conseguido en el Archivo Nacional de Simancas y que dice así: “ A la 17ª pregunta dijeron que no hay en esta Villa molino ni ningún otro artefacto y que sólo hay dos hornos, uno propio de Jesús Marín en la calle de la Plaza (el que yo he conocido) y del que existen sus ruinas. Éste al presente no se usa de él por la ocasión de ser la vecindad y otro de Juan Sánchez Miguel, sito en la casa  propia del dicho Juan, sito en la calle de la Plaza, al que se le regula la utilidad al año cien reales de vellón a causa de lo que en dicha pregunta dicen aquellos peritos”.(Documento del 26 de Marzo de 1771). A día de hoy sólo se conservan sus escombros y no quiero silenciar que el derruirse esta pequeña construcción fue debido a eliminarle las tejas para con las mismas, reparar el tejado del Cuartel de la Guardia Civil de Cañaveral. Recuerdo el Concejal de Obras de entonces, pero me reservo su nombre…Fue una tremenda faena que por supuesto condenan a muerte esta pequeña reliquia, que posiblemente fuese desde los comienzos de este bonito pueblo.

Pues bien, los restos del Horno, se encuentran aún en el principio de la llamada Calleja del Horno lindando con un pequeño solar propiedad de los herederos de Obdulio Ramos Fernández, denominado “La Calzada Bajera” por la parte oeste y por el norte y este con la propiedad de los herederos de Julio Ramos Valle.

Estado actual ruinoso del Horno de Pan
Se trataba de un pequeño patio y frente a la puerta de entrada estaba la boca del horno. Al lado de ésta y hasta la pared de la parte oeste existía un poyo bastante alto y otro en la parte este de mayores dimensiones, teniendo un hueco entre dicho poyo y la pared de la fachada donde estaba la puerta y donde había una pequeña pila de cantería que servía para mojar el barredor del horno (un palo muy largo, con un manojo de trapos en el extremo). Tras retirar las brasas del horno mediante una especie de rastrillo de hierro, cribando todas ellas, así como la ceniza, se pasaba el barredor húmedo para dejar limpio el solar donde seguidamente y mediante un pala se iba depositando el pan para su cocido, permaneciendo en su interior un corto espacio de tiempo con la boca tapada con una chapa de hierro con una asa para su manejo, hasta que el pan se tornaba en el color que daba la señal de que estaba cocido. Eso es lo que era pan. La pala que se usaba en el horno me la encontré yo entre los escombros, en una ocasión en que arreglaba un poco la pared que lindaba con un pequeño corral de nuestra propiedad, denominada “La Corchería”. Era de hierro y con un mango de madera, pero yo sólo encontré lo que se dice la pala, la cual estaba muy deteriorada a resultas de la herrumbre. La puse en un viejo baúl que teníamos en la cuadra y de allí me la robaron, junto con las burrillas de dicho baúl.

Como anécdota y recuerdo, voy a contar algo que sucedió en cierta ocasión: Por El Arco pasaba mucha gente debido a los caminos vecinales de Portezuelo, Acehuche y Ceclavín o el de Torrejoncillo y Pedroso de Acim. De Torrejoncillo venían todos los días las hortelanas a vender sus hortalizas a Cañaveral. Venían en sus caballerías y traían las mercancías en la aguaderas o serones, pasaban de madrugada para Cañaveral y retornaban hacía las 3 de tarde. Paraban a beber con sus caballerías en la Fuente de la Roncadera. ¡¡Cuántas veces vi esta escena!! Porque mi tioabuelo estaba de guarda en la Finca del Arco (antiguos Baldíos del Arco que fueron vendidos a dos particulares: Don Eladio Llanos Calleja y los Señores Mora de Plasencia). Tanto mis padres como yo y mis hermanos les acompañábamos cuando podíamos. El lugar era precioso. Y voy al relato que quiero contar: Por El Arco pasaban muchos pobres pidiendo limosna procedentes de los pueblos comentados antes, eran tiempo muy difíciles. También pasaban mucha gente que venían caminando de coger el tren y descansaban a la sombra de un enorme Olmo, se proveían de agua de los abundantes manantiales y llenando sus barriles que portaban colgados del hombro para el resto del camino. En verano pasaban multitud de hombres a la “siega de Castilla”, grupos de hasta 20 o 25 trabajadores juntos. En cierta ocasión, llegó al anochecer un pobre que era de Portaje. Recuerdo perfectamente su imagen, era bajito y algo inocente o disminuido. Sin previo aviso llegaba a las casas y se metía dentro para pedir limosna, con el lógico susto de la gente que había dentro y sobre todo si estaba sólo la dueña de la casa, y si acaso reprochaban su actitud porque no llamaba antes a la puerta, se molestaba dando grandes voces y diciendo “sólo quiero una limosna…”. Pues una noche, llegó ya tarde y se fue directamente al Horno de Pan que estaba cerrado solamente con un cerrojo, donde había pernoctado muchas veces. El Horno sólo funcionaba un día a la semana y precisamente ese día ( no sé si eran todos los Sábados o Lunes, no lo recuerdo bien) lo que sí es, que muy de mañana, la hornera se apresuró a encender el Horno y observó como en un rincón del patio de entrada, en su parte izquierda había un pequeño equipaje o morral y una talega con unos trozos de pan y una naranja. Entonces la hornera, Petra Vegas Osuna alumbró con su farol el fondo del Horno y ¡¡ sorpresa!! Allí encima de los tomillos y las jaras secas que servían para prender el fuego que alimentara el Horno, observó a aquel pobre hombre dormido profundamente. La hornera pues se llevó un monumental susto pensando en la tragedia que hubiera ocurrido si aquella mañana hubiera encendido el fuego, como era su práctica habitual.

Es cierto que, si bien las gentes del Arco éramos todos de posición económica escasa, si que éramos muy caritativos y nadie se iba sin limosna y en ésta ocasión, si que fue la gente más generosa. El pobre hombre se sentía como culpable de algo malo, como avergonzado de haberse quedado dormido dentro del Horno. Este episodio no le impidió seguir pasando por Villa del Arco con cierta frecuencia ¡¡Qué tiempos aquellos!!

Es interesante los datos que recoge la sesión plenaria del 27 de Noviembre de 1898 en el Ayuntamiento del Arco, y que dice: “El regidor Francisco Hernández se manifestó que era preciso tratar algo sobre el Horno de Pan que posee este municipio que se encuentra parado teniendo las mujeres que ir amasar al inmediato pueblo de Cañaveral, lo cual les era muy molesto y era preciso buscar una persona que se encargara de él aunque se le diera alguna remuneración a cargo de los del municipio y estado presente el Alguacil de este Ayuntamiento, Miguel Díaz, hizo la proposición siguiente: que se componga la puerta del corral del concejo y se le dé la llave en calidad de corralero y el se compromete a que ande el horno una vez o dos todas las semanas según la gente que quiera amasar y habiéndose puesto a decisión se acordó por unanimidad acertar la proposición hecha por dicho Miguel Díaz y en su consecuencia que entregue la llave del corral Don Vicente Ramos Caso (menor) y que cese en referido cargo".


Actualmente, la Directiva de la Asociación de Amigos Villa del Arco tiene en proyecto la restauración total del Horno de Pan, tal y como fue antaño.


Texto original: Manuel Ramos González
Texto editado: Emilio J. Orovengua