domingo, 18 de octubre de 2020

RELATOS E HISTORIAS DE LA VILLA DEL ARCO: ¿HUBO APARICIÓN MARIANA EN EL ARCO?

Fue en primavera del año 1982 ,unos días antes de la romería de San Benito, al atardecer tres adolescentes decidieron subir al Arquillo en busca de caracoles.

Una vez llegaron al lugar denominado El puente de la Fontanita (para quién no lo conozca, se trata de un puente por el que pasa la carretera  al pasar el primer arroyo que existe junto a un pilón que hay al poco de pasar este arroyo antes de llegar a la primera calleja, La Calleja de la Viña y nos conduce al caserío de dicha villa) se desviaron de la carrretera y comenzaron a subir por el arroyo que trae las aguas procedentes del pilón de “la Canal” al arroyo de la Canaleja, ya que debido a la hierba abundante existente proliferan muchos caracoles en esa época a principios de primavera.

Los tres jóvenes subían entusiasmados dedicados al asunto que llevaban entre manos y así en todo el arroyo arriba llegaron al final del mismo lo que es igual, hasta la Canal, donde se encuentra el último huerto por los que va a discurrir el citado arroyo y que es propiedad de Herederos de José Boticario. Esta finca está bordeada por las partes Norte al propio pilón de la Canal, la parte Oeste por la calleja de bajada hasta la Calleja de los Bolos y la carretera y Este por la calleja de la Canal y terrenos públicos.

Llegados pues al final trataron de salir de la fusca tras haber llegado al final del arroyo, mediante un pequeño portillo o mella allí existente y que daba a la calleja de la Canal, precisamente en un tramo en que se encuentra una finca denominada “las Calzadas” y que siempre conocí como propietario al mismo de la finca “El Baldío”. Al querer saltar la pared, hacia la calleja, quedaron sorprendidos y asustados, cuando observaron en la última calzada de más alto nivel, que era donde ellos estaban y por donde pretendían salir, vieron una figura de virgen muy guapa, con las manos juntas, muy brillante, como de luz y con un manto cubriéndole la cabeza y mucho resplandor y rayos a su alrededor. Los muchachos se asustaron y salieron corriendo sin parar hasta Cañaveral. Acordaron no decir nada a nadie, ni incluso a las familias, por temor a que se burlasen de ellos. 

Al siguiente año volvieron al mismo lugar, pero nada extraordinario pudieron observar y este suceso lo tuvieron guardado en secreto durante años…


Texto original: Manuel Ramos González
Texto editado: Emilio J. Orovengua