domingo, 6 de septiembre de 2020

RELATOS E HISTORIAS DE LA VILLA DEL ARCO: EL ROBO EN LA IGLESIA DEL ARCO

Al igual que yo me informé por generaciones precedentes, es mi deseo el manifestar aquello que conozco relacionado con mi pueblo “El Arquillo”, como cariñosamente le llamamos, para el conocimiento de futuras generaciones, pues la historia es siempre conveniente conservarla para conocimiento de todos los que nos sigan…

Dedicaré este relato a la Iglesia del Arco, para recordar ciertos trazos que yo escuché de vecinos del Arco de muy avanzada edad, cuando yo aún era un adolescente. Tía Antonia, era una de esas personas mayor edad del pueblo y recuerdo que nos comentaba ciertas cosas que ella recordaba cuando aún era pequeña.

Una de esas historias se refería al robo que se produjo en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción una noche de invierno con mal tiempo. Resulta que los ladrones treparon por la parte de atrás, es decir, por la calleja que da entre la Iglesia y el Cementerio, aprovechando que el tejado del templo está más bajo por ese sitio debido a la pendiente que baja de la sierra. Cruzaron el tejado y llegaron hasta la fachada de la puerta, junto a la torre. Desde allí se accedieron al hueco de la campana que se encuentra en la parte que mira hacia la puerta y por allí penetraron al campanario. Después todo les fue más fácil a estos malhechores. Coincidió que los monaguillos habían dejado vueltas las campanas hacia arriba y así lo hacían con frecuencia, como una travesura de estos y hubo quién escuchó el sonido de las campanas durante la noche, pero pensaron que era una ventisca lo que las hacía sonar, por lo que nadie pensó en lo que realmente sucedía aquella noche.

Los ladrones se llevaron todo lo que había de valor: Una Custodia de oro, Cálices, un Copón de plata, un Cetro y otras alhajas como Coronas de Imágenes. Seguidamente, los ladrones salieron por la puerta, la cual abrieron por dentro y huyeron.

Pasados unos días, se supo que habían pasado por Cachorrilla, habiéndose quedado en la posada que allí había. Los ladrones llevaban el alijo en unos sacos y al pasar la posadera al lado de éstos, se pinchó con los rayos de la custodia o alguna estrella de las coronas. Al quejarse la pobre mujer, los ladrones salieron huyendo y nada más se supo de ellos. Posiblemente pasaran hacia Portugal, dada la proximidad de la frontera.

Texto original: Manuel Ramos González
Texto editado: Emilio J. Orovengua