Aunque la información que se aporta más abajo no goza de
mucho valor, me parece bien recogerla, puesto que queda el vestigio de lo que
voy a contar...
Llegaron al Arquillo en cierta ocasión un matrimonio, de
buen poste, que llevaban consigo un pequeño perrito al que la señora dispensaba
un cariñoso trato porque decía que estaba enfermo.
Por aquel entonces, había por la zona de la Iglesia, una
pequeña fuentecilla con un brocal de granito. Haciendo una formas muy bonitas y
adornadas. Pues bien la señora bañó allí al perrito enfermo y al poco tiempo la
fuente se secó. Del perro ni de aquellas personas nunca más se supo.
El brocal de la fuente, a la que hago mención anteriormente, aún se conserva y puede verse en la puerta del Cementerio, junto a la Iglesia, puesto de canto y está sepultado a medias y servía para colocar el féretro del difunto cuando se celebraba algún entierro, para que el sacerdote oficiante "echara" al cadáver los últimos responsos.
Texto original: Manuel Ramos González
Texto editado: Emilio J.Orovengua.
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